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El Salvador

El educar a un hijo solo es una tarea fuerte, más no imposible, explica la psicóloga Isabel Camarena. No es un secreto que los padres y las madres solteras existen en El Salvador y en cualquier país del mundo. Esta situación representa todo un reto para todos los que la enfrentan. Las causas son diversas: divorcio, muerte, relación fugaz que dejó como resultado un hijo o simplemente decisión. Lo importante es que ahora se enfrenta a una nueva etapa en la que deberá poner todo su empeño para que su hijo o sus hijos crezcan bien. Cuando no se tiene presente a alguno de los padres en el desarrollo, la persona va creciendo incompleta con la idea de que el otro progenitor lo rechazó, que no lo quiso. Esto puede repercutir en la inseguridad para establecer relaciones interpersonales, por eso debe explicarle según sea el caso y la edad del niño o la niña, aseguró Camarena. Estos hombres y mujeres deben enfrentarse por un lado a las dificultades siempre presentes de educar a un niño, y también al hecho de no compartir esta labor con nadie, los gastos del hogar que normalmente son compartidos entre dos personas se asumen por una sola, los consejos y las actividades que a veces se dividen deberán ser realizados por una. En el caso de que se trate de una madre soltera, es cierto que las mujeres solían ser amas de casa y se dedicaban casi en exclusiva y sin gran apoyo del esposo al cuidado de los hijos, pero ahora muchas madres también trabajan fuera de casa, lo que dificulta ser padre y madre a la vez, con el valor añadido de tener que trabajar. Cuando el padre es soltero debe enfrentarse a una situación que a veces y erróneamente es asignada a la mujer. En muchas ocasiones deberá hacer el aseo de casa, lavar la ropa, ir a dejar y a traer del colegio al pequeño, o prepararle sus alimentos.Si el padre o la madre está completamente ausente, el otro progenitor debe tratar de buscar una figura (femenina o masculina), según sea el sexo del ausente, para que esté lo más presente posible con el niño, que compartan actividades y el menor pueda construir un modelo de la figura que falta. Los niños deben de tener presentes ambas figuras, femenina y masculina, para lograr la identidad de género, dice Camarena. 

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